Las comunidades microbianas del suelo muestran una alta sensibilidad a los cambios ambientales, lo que las lleva a adoptar estrategias de supervivencia eficaces para facilitar la proliferación de microorganismos resistentes en escenarios de estrés ambiental. Estos microorganismos, además, son excelentes bioindicadores del estado de salud de un ecosistema, ofreciendo una herramienta útil para evaluar y restaurar suelos degradados.
Entre estos microorganismos destacan los hongos saprobios, que están naturalmente presentes en el suelo y poseen una habilidad única para degradar compuestos ricos en carbono provenientes de material vegetal en descomposición. Sin embargo, no solo contribuyen a la descomposición de materia orgánica, sino que también pueden desempeñar un papel esencial en la restauración de ecosistemas degradados y la mitigación de la contaminación por metales pesados. Gracias a su estructura celular y capacidad de inmovilización de elementos tóxicos, estos hongos presentan una alta capacidad para tolerar altas concentraciones de estos elementos, pudiendo así sobrevivir en ambientes contaminados y actuar como “ingenieros naturales”, transformando suelos contaminados en ambientes más fértiles y saludables.
El caso de Aznalcóllar: un ejemplo de aplicación necesaria
El desastre ecológico de Aznalcóllar (Sevilla), ocurrido en 1998, es un caso emblemático de contaminación por metales pesados en España. Este accidente provocado por un vertido minero a gran escala dejó un legado de suelos ácidos, con bajo contenido en materia orgánica y altas concentraciones de elementos tóxicos como arsénico (As), cobre (Cu) y plomo (Pb). Aunque parte del área afectada se ha recuperado tras las medidas de restauración ecológica llevadas a cabo tras el accidente, estudios posteriores han identificado sectores aún contaminados y con riesgos de toxicidad significativos para el ecosistema.
Estado actual de los suelos residualmente contaminados afectados por el vertido minero de Aznalcóllar.
Estrategias de biorremediación con hongos saprobios
Una de las estrategias más prometedoras para abordar esta problemática es la aplicación de hongos saprobios, como Trichoderma harzianum, Aspergillus niger, y Coriolopsis rigida, en combinación con plantas resistentes. Estos hongos pueden inmovilizar metales pesados, reducir su toxicidad y mejorar la fertilidad del suelo mediante la liberación de compuestos beneficiosos. Además, fomentan el crecimiento vegetal bajo condiciones adversas al mejorar la nutrición y la actividad biológica del suelo.
En un estudio reciente, suelos residualmente contaminados de las cuencas afectadas por el vertido minero de Aznalcóllar fueron recolectados y tratados con hongos saprobios en un ensayo controlado. Tanto las condiciones del suelo estudiado como de las plantas modelo (trigo) mostraron una mejora general tras la aplicación de los hongos saprobios, con los siguientes resultados destacados:
- Actividad biológica del suelo: La inoculación con harzianum y C. rigida destacó por su capacidad para aumentar significativamente actividades enzimáticas del suelo como la deshidrogenasa y la glucosidasa en comparación con el suelo control, siendo esto un indicador clave de la recuperación biológica del suelo.
- Reducción de metales pesados: Se observó una disminución cercana al 10% en la concentración de Pb y As en suelos tratados con harzianum, mientras que A. niger mostró eficacia en la reducción del As.
- Bioprotección de las plantas: Los hongos saprobios ofrecieron un significativo papel bioprotector para las plantas, estimulando su crecimiento bajo las condiciones de estrés ambiental a través de su capacidad para estabilizar metales pesados y mejorar las condiciones generales del suelo.
Crecimiento de las plantas a las 6 semanas de estudio bajo la influencia de cada una de las especies de hongos saprobios evaluadas.
Conclusiones y perspectivas
Los resultados obtenidos subrayan el potencial de los hongos saprobios como herramienta microbiológica en la restauración de suelos contaminados por metales pesados. Específicamente, T. harzianum y C. rigida se perfilan como aliados clave para mejorar la salud del suelo y reducir el impacto ambiental de los elementos tóxicos. Sin embargo, la efectividad de estas estrategias podría ampliarse con la adición de enmiendas que mejoren las propiedades fisicoquímicas del suelo, potenciando el efecto protector de estos hongos.
La combinación de técnicas de biorremediación basadas en hongos saprobios con enfoques sostenibles como la revalorización de residuos como enmiendas de suelo representa una solución viable y prometedora para la recuperación de áreas degradadas como Aznalcóllar. El camino hacia una restauración completa requiere continuar explorando y optimizando estas estrategias, promoviendo así la sostenibilidad ambiental y el equilibrio ecológico en regiones afectadas por actividades industriales.