Muelas del juicio… ¿un vestigio de la evolución?

La evolución produjo cambios en las morfología y fisiología de nuestros antepasados primates que les han llevado a tener la anatomía humana actual. Pero la maquinaria de la evolución no es directa, por lo que, al ser un cambio gradual en el tiempo, podemos ver restos o vestigios de lo que una vez necesitábamos. Uno de los vestigios más conocidos en la sociedad actual son los terceros molares o, comúnmente llamados, muelas del juicio. Estas muelas se encuentran al final de nuestros dientes y su desarrollo no suele comenzar hasta los 17 años, de hecho, no tienen siquiera porqué salir de la encía.

Las muelas del juicio, o terceros molares, son dientes situados en la zona dorsal de la dentadura.

Las muelas del juicio, o terceros molares, son dientes situados en la zona dorsal de la dentadura. Su ausencia se denomina agenesia del tercer molar

Origen y función de las muelas del juicio

La explicación de su existencia se remonta a nuestros ancestros primates, cuya estructura craneal permitía una mayor mandíbula, y, por tanto, mayor número de dientes para ayudarlos en la masticación. Normalmente cuando aparecen, suelen acarrear una serie de problemas, aunque no siempre ocurre, ya que hay mandíbulas capaces de adaptar su estructura dental a la presencia muelas sin generar dolores ni molestias.

Su ausencia, denominada agenesia del tercer molar, no es una situación anómala o aislada, y parece no tener un componente genético demostrado. Se ha asociado a factores ambientales, (ya que son caracteres determinados por poligenia, concretamente de mutaciones en los genes MSX1 y PAX9), hábitos en la dieta, enfermedades sistémicas o funciones masticatorias; pero nada concluyente, pues también son los factores que determinan otros rasgos, como podría ser la microdoncia.

Evolutivamente hablando, la reducción del número de dientes es un cambio necesario debido a la reducción de la estructura mandibular, lo que ha llevado a teorizar la futura desaparición del tercer molar, lo que podría tener una serie de daños colaterales.

Estudios demuestran que la agenesis de las muelas del juicio produce cambios en la cantidad de dientes que presenta el individuo. Se afirma que si, por algún componente de los anteriormente nombrados, estas muelas desaparecen, el individuo tiene una alta tendencia a no poseer otros dientes, exceptuando los primeros molares, que se mantienen de forma constante existan o no, los terceros molares.

Presencia de las muelas del juicio a nivel mundial

Gráficos que representan la presencia de terceros molares a nivel mundial, en relación al género y su tendencia de aparición según lado y género

Gráficos que representan la presencia de terceros molares a nivel mundial, en relación al género y su tendencia de aparición según lado y género.

A nivel global, se estima que un 24,75% de la población tiene ausencia de los terceros molares. En relación al género, lo presentan más las mujeres (27%) que los hombres (22’5%); con una predilección por el lado de la mandíbula en la que encontrarse en cada sexo, siendo de un 57,1% en la derecha para hombres y un 53,2% en la izquierda para las mujeres.

La mayor presencia de agenesis en las mujeres puede explicarse por la morfología craneofacial comparada con la del hombre. Debido a que el crecimiento de las mandíbulas en las mujeres es más lenta a partir de los 13 años, las dimensiones de sus arcos dentarios (la curvatura que presenta nuestra dentadura) son menores que la de los hombres, que seguirían creciendo hasta los 16 años.

Para todos aquellos que sí poseen muelas del juicio, un 75,25% de la población mundial, sabrán por experiencia propia (o cultura general) que lo más común es extraer estos dientes. Y aunque esta práctica fue algo rutinario en el pasado, actualmente se evita si no hay dolor o necesidad de hacerlo, pues su extracción puede conllevar una serie de problemas.

Problemas de la extracción

El proceso de extracción de los terceros molares puede dañar a los nervios y los vasos sanguíneos que irrigan las encías, pero tan solo 1 de cada 100 personas muestran problemas perdurantes en el tiempo tales como insensibilidad o daño al resto de dientes. Además de esto, estudios realizados en personas a las cuales 6 meses antes les habían extraído las cuatro muelas del juicio mediante operación mostraron que, en una prueba donde debían saborear diferentes soluciones con diferentes sabores, su capacidad para percibirlos había disminuido notablemente. Después de 6 meses de la operación, el sabor que peor se reconocía era el ácido (probado con ácido cítrico). Los pacientes a los que no se les sometió a ninguna operación sino que sólo necesitaron anestesia local, no tuvieron repercusión alguna en su capacidad para saborear.

Pese a ser un vestigio de la evolución de nuestra mandíbula, hemos visto cómo los estudios demuestran que la presencia de genes (o mutaciones de los mismos) que generen la ausencia de las muelas del juicio afectan a su vez a la ausencia de otros dientes. Sumado a esto, la presencia de los mismos y su posterior extracción también puede llegar a producir una significativa disminución de la capacidad gustativa.

Las predicciones apuntan a que las muelas del juicio acabarán desapareciendo, pero, por lo que he explicado, podríamos afirmar que esta futura desaparición podría significar un cambio en la estructura de nuestra dentición, mayor que la mera desaparición de cuatro muelas. Por esto concluimos que aunque las consideremos un mero resto evolutivo, parece ser que el efecto de su ausencia  (o presencia con posterior extracción) produce considerables cambios en nuestra cavidad bucal.

Bibliografía:

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