¿Qué es y para que sirve un antihistamínico?

Estructura química de la histamina.

Estructura química de la histamina.

Se acerca la primavera y no pocos medios de comunicación empiezan a ofrecer información sobre los niveles de polen en la atmósfera. La polinosis (alergia al polen de determinados grupos vegetales, como las gramíneas) es una de las enfermedades más comunes entre la población, cursando con síntomas como rinitis, asma, urticaria, etc. Para tratarlos, los alérgicos (entre los que me incluyo) suelen hacer uso de unos fármacos conocidos con el nombre de antihistamínicos.

Como su propio nombre indica, los antihistamínicos se encargan de mantener a la histamina en unos niveles “aceptables”. Así, la histamina es una sustancia química presente en nuestros tejidos y que interviene en numerosos procesos fisiológicos, desde las reacciones alérgicas a las secreciones ácidas del estómago o incluso determinando la sensación de hambre. Para desarrollar su función, la histamina se unirá a cuatro tipos diferentes de receptores, los cuales se denominan H1, H2, H3 y H4. De esta forma, los denominados antihistamínicos actúan específicamente en la mayoría de los casos interfiriendo con los receptores H1. Los receptores H2, por ejemplo, se usan en el tratamiento contra úlceras o gastritis, al inhibir la secreción ácida del estómago.

Aunque los antihistamínicos suelen clasificarse en seis grupos químicos diferentes, desde un punto de vista eminentemente clínico se diferencias dos grandes clases: los antihistamínicos clásicos (o de primera generación) y los no hipnótico-sedantes (o de segunda generación).

  • Antihistamínicos de primera generación: Son antihistamínicos poco selectivos en su acción. Asimismo, producen somnolencia y sequedad de boca. Deben administrarse tres o cuatro veces al día ya que el hígado los convierte rápidamente en metabolitos inactivos. Suelen formar parte de la mayoría de los anticatarrales que se pueden adquirir en las oficinas de farmacia. Un ejemplo de este tipo de antihistamínicos son la difenhidramina, la clemastina o el ketotifeno.
  • Antihistamínicos de segunda generación: Actúan mucho más selectivamente sobre los receptores H1 de histamina, por lo que no provocan menos somnolencia y lasitud. Asimismo, solo deben ser administrados una vez al día. Ejemplos de antihistamínicos de segunda generación son, por ejemplo, la bilastina, ebastina, o levocabastina.

Sea ya un antihistamínicos de primera o segunda generación, todos actúan uniéndose a los receptores H1 de la histamina, pero en lugar de activarlos, los estabilizan en su forma inactiva durante horas. Con ello se logra que la histamina no llegue a producir sus efectos a nivel de la piel (picor, habones, etc.), ni de la mucosa respiratoria (lagrimeo, picor nasal y ocular, estornudos, etc.).

Ahora que ya sabe qué son los antihistamínicos y cómo actúan, sólo falta que los use con cabeza. Mientras tanto, cuídese.

Bibliografía:

  • Abbas, A. K.; Lichtman, A. H. & Pillai, S. (2017). Inmunología básica. Funciones y trastornos del sistema inmunitario. 5ª ed. Elsevier. 344 pp.
  • Fainboim, L. & Geffner, J. (2011). Introducción a la Inmunología Humana. 6ª ed. Editorial Médica Panamericana. 582 pp.
  • Regueiro González, J. R.; López Larrea, C.; González Rodríguez, S. & Martínez Naves, E. (2010). Inmunología. Biología y patología del sistema inmunitario. 4ª ed. Editorial Médica Panamericana. 276 pp.
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