Se acerca el invierno

Tal y como reza el lema de los Stark, “Winter is coming”. Para muchos, el invierno es esa estación del año en que los días tienen menos horas de luz (las noches son más largas) y las temperaturas van disminuyendo conforme nos alejamos de la línea del Ecuador (recuerden que, debido a la curvatura de la Tierra, las áreas ecuatoriales se “benefician” de una mayor incidencia solar).

Para unos, la temporada más fría y “oscura” del año parece comenzar con el solsticio de invierno, mientras que para otros, el invierno da su pistoletazo de salida con el inicio del mes de diciembre. ¿Quién de los dos grupos lleva razón? Lo sorprendente es que, por raro y controvertido que parezca, los dos tienen razón. Antes de continuar con este breve, debemos diferenciar que existen dos definiciones válidas para invierno: el invierno astronómico, es decir, aquel que se define por la posición de la Tierra en su viaje alrededor del Sol; y el invierno meteorológico, que es aquel que utiliza el calendario y el ciclo de temperatura anual como elemento definitorio.

El invierno boreal es casi coincidente con el perihelio, momento en que la Tierra y el Sol se encuentran más cercanos.

El invierno boreal es casi coincidente con el perihelio, momento en que la Tierra y el Sol se encuentran más cercanos.

El invierno astronómico también se conoce con el nombre de solsticio de invierno, un fenómeno que en el hemisferio norte ocurre el 21 de diciembre (21 de junio para los habitantes del hemisferio sur), casi coincidiendo con el perihelio, es decir, el momento en el que la Tierra y el Sol se encuentran más cercanos, a unos 147 millones de kilómetros respectivamente. Estamos por tanto, ante el día con menos horas de luz del año, motivo por el que numerosas culturas lo celebran (véase por ejemplo la fiesta del “Deus Sol Invictus” romana o la natividad de Jesucristo). A partir de este momento, los días empezarán nuevamente a ganar horas de luz.

Pero, ¿si estamos más cerca del Sol cómo es que hace más frío? ¿No debería ser el invierno una época de temperaturas agradables a tenor de lo expuesto anteriormente? Pues no, porque ciertamente, la explicación no reside en la distancia sino en la inclinación de la Tierra con respecto al Sol. En el momento del perihelio, la Tierra está inclinada unos 23,5º (tal y como puede verse en la imagen), es decir, el Polo Norte está más alejado de nuestra estrella que el Polo Sur. Ahí reside el motivo por el que el Carnaval de Cádiz lo celebramos en manga larga mientras los habitantes de Río de Janeiro hacen lo propio llevando disfraces de manga corta.

Figura astronómica del hexágono de invierno.

Figura astronómica del hexágono de invierno.

Si existe un evento astronómico por antonomasia en invierno, esa es la observación del hexágono de invierno, también denominado círculo de invierno”. Así, el hexágono de invierno es una figura visible en el hemisferio norte durante la estación astronómica que le da nombre. En la mayor parte del planeta (salvo en el sur de Nueva Zelanda, Chile, Argentina y Antártida), esta figura es perfectamente visible desde diciembre hasta marzo, encontrándose conformada por las siguientes estrelladas: Rigel, Aldebarán, Capella, Cástor/Pólux (están muy cerca una de la otra), Procyon y Sirio.

Estas estrellas forman parte de seis constelaciones diferentes. Empezando por Sirio y en sentido de las agujas del reloj tenemos Canis Major, Canis Minor, Géminis, Auriga, Tauro y Orión. De esta forma, un observador que localice fácilmente Orión (no es mi caso, aunque lo intento) puede ubicar rápidamente el hexágono y colocar en el mapa celeste las otras cincos constelaciones, además del triángulo de invierno, un triángulo equilátero que comparte dos vértices con el hexágono (Sirio y Procyon). localizándose el vértice superior en Betelgeuse, o lo que es lo mismo, el hombro de Orión.

Imagen del cielo nocturno donde se aprecia casi por completo el hexágono de invierno. [Cortesía de Alicia Lozano Fernández]

Como ven, la definición de invierno astronómico es más precisa que el constructo social que hemos definido en base a la meteorología (más aún ahora, donde parece que las estaciones no se ajustan a los parámetros climáticos típicos de un clima mediterráneo). Con o sin calendario, disfruten del invierno astronómico, puesto que como decía John Steinbeck:

de qué sirve la calidez del verano sin el frío del verano para darle dulzura”.

PS: Gracias a Alicia Lozano, miembro de la Asociación Astronomía Sevilla por su ayuda y colaboración constante durante el desarrollo de este texto. Sin ella, no habría quedado igual. En cierto modo, esta obra también es suya.

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