Vacunas que salvan vidas III: Difteria

La difteria es una enfermedad causada por la bacteria Corynebacterium diphtheriae. Y se caracteriza por producir una especie de pseudomembranas pegadas a la superficie mucosa de las vías respiratorias y digestivas superiores.

Historia de la Difteria

Desde los tiempos de Hipócrates (siglo IV a.C) ya se describieron casos de asfixia y síntomas que parecen apuntar a esta enfermedad. En aquellos tiempos era común realizar cortes al enfermo para que sangrara y pudiera curarse. También había casos documentados por Praxágoras que llegaba a cortar la campanilla para facilitar la respiración. Incluso por el siglo II a.C. cuando se detectaban casos de ésta índole, se anunciaba para que el pueblo pudiera conocer y extremar precauciones. La enfermedad que ahora conocemos como difteria y que tal vez no sea con seguridad que se refieran a la misma, tuvo diferentes nombres a lo largo del tiempo como: askara, úlcera siríaca o egipcia, crisis asfíctica, pestilencia faucium.

Pero no fue sino entre los siglos XIV y XVII que se produjeron diferentes epidemias por diferentes puntos de la Europa actual, quedando descrita la enfermedad oficialmente en 1495 por Hartman Schedel. En España llegó allá por el año 1583, y se nombraba como garrotillo, para referirse a muchas enfermedades severas (angina diftérica, crup – porque el sonido que provocaba recordaba al graznido de un cuervo-, amigdalitis aguda, anginas) que causaban la muerte y afectaban a las vías respiratorias. Su nombre viene a que las víctimas tomaban un aspecto similar a aquellas que eran sometidas a la pena del “garrote” (a las que la pena era colocar un cordel alrededor de la garganta que impedía la respiración).

A lo largo de este tiempo, la difteria se extendió por todo el mundo, llegando a carácter de pandemia, con repeticiones aproximadamente cada 15 años y con una expansión lenta. Afectaba en mayor medida a niños y jóvenes, y con menor frecuencia a jóvenes y adultos. Finalmente en 1826, Pierre Philippe Bretonneau, fue quien puso en común las causas de la angina diftérica, la forma laríngea y el crup; llamándola difteritis (inflamación membranosa). Y fue Trousseau quien describió el cuadro tóxico cambiando el nombre a difteria.

Corynebacterium diphtheriae, el culpable.

C. diphtheriae es una bacteria Gram+ aeróbica (es decir, que puede desarrollarse en presencia de oxígeno) o anaeróbica facultativa (es decir, en ausencia de oxígeno realiza la fermentación y el oxígeno no es tóxico para ellas). Su medio de cultivo óptimo es aquel que contenga sangre o suero a una temperatura de 35 a 37ºC. Y fue descrita por Edwin Klebs y Friedrich Löffler en 1884 (casi 60 años después de describir su cuadro tóxico). Existen diferentes bacterias según la morfología de sus colonias, sus propiedades bioquímicas y su capacidad de metabolizar determinados metabolitos.

Difteria. Corynebacterium diphtheriae

Difteria. Corynebacterium diphtheriae

Su modo de actuación es mediante una exotoxina tipo A/B, es decir una exotoxina con dos subunidades, una B, que es reconocida por los receptores de la membrana celular  provocando la entrada de la subunidad A. Esta subunidad dentro de la célula ADP-ribosila un factor necesario para que funcione la maquinaria de traducción.

La forma más habitual de transmisión es mediante estornudos, contacto directo con la garganta, piel, ojos o secreción infectada con esta bacteria. Y si uno es contagiado por esta bacteria los síntomas se presentan con dolor fuerte en la garganta y nariz y fiebre. Además se inflaman los ganglios del cuello y se puede formar una especie de membrana en las vías respiratorias como hemos comentado al inicio. Otros casos producen lesiones cutáneas, mientras que existen casos donde no se muestra ningún síntoma.

¿Por qué la vacuna de la difteria?

La vacuna de la difteria empezó a administrarse de forma generalizada en la población a partir de 1965, aunque ya por este entonces los casos de difteria habían disminuido drásticamente. Este es un argumento al que algunos se aferran para intentar convencerte de que la vacunación no es necesaria. Pero cabe destacar que España sufrió una transición sanitaria desde 1900 hasta 1990 y que fue en los 50 donde se puede decir que se produjo el cambio de patrón de una elevada mortalidad (en gran medida infantil) provocada por enfermedades infecciosas principalmente; a un perfil donde la mortalidad desciende en gran medida, y las enfermedades no infecciosas son las principales causas de muerte.

Es decir, la implantación de estas medidas sanitarias (incremento del gasto en sanidad, aumento de prestaciones y mejoras de las infraestructuras sanitarias) provoca un cambio en la elevada mortalidad de la población, que junto a las campañas de vacunación produjo un aumento de la esperanza de vida de un 120% (pasamos de unos 35 años a los 77 a finales de los 90). Con esto se produce una reducción de los casos de difteria de miles (con picos de 4 y 5 mil casos en determinados años) a unos 600 en los años 50. A partir de 1969 los casos de difteria no superan la decena y siendo menores o nulos en los últimos años.

Pero no conviene aferrarse a estos datos, tengamos en cuenta que en ausencia de vacuna las apariciones de brotes de difteria aparecían cada 15 años, por lo que la vacunación previene estos brotes, aún así, es importante mantener a los infantes vacunados ya que estos son los más vulnerables a esta enfermedad. Por ello, la vacuna de la difteria, se incluye en el calendario de vacunas aquí en España, en combinación con la vacuna del tétanos y la tos ferina conocida como la vacuna DTP.

Referencias bibliográficas

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