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No todo es lo que parece

No todo es lo que parece

Sin duda alguna, los fásmidos son los reyes del camuflaje.

Sin duda alguna, los fásmidos son los reyes del camuflaje.

En la naturaleza ni a depredadores ni a presas les interesa ser vistos el uno por el otro, ya sea para comer o para no ser comido. Para ello, lo más recurrente es camuflarse con su entorno más próximo, su hábitat. Esto ocurre en todas las clases animales, aunque nosotros nos centremos ahora exclusivamente en los fásmidos. Los insectos son uno de los grandes desconocidos a pesar de ser grupo más extenso en especies y, por tanto, que presenta una mayor variedad de estrategias de supervivencia.

Podríamos definir el camuflaje como aquellas adaptaciones que adopta un determinado animal con la finalidad de pasar desapercibido a ojos de otros animales, lo que consiguen de distintas formas. Una de ellas es el color, que puede ser fijo (normalmente cuando el ambiente no cambia, como ocurre con la especie de ortóptero Phaneroptera nana -Fieber, 1.853-, cuyo color verde no varía), o cambiante (el medio puede cambiar de color; un ejemplo lo vemos en la araña “cangrejo” Thomisus onustus -Walckenaer, 1.805-, cuya coloración varía entre rosa, amarilla, blanca…  para camuflarse entre las flores para que no la vean posibles presas). Junto al color, normalmente va asociada la inmovilidad del individuo, haciendo que pase totalmente desapercibido en su entorno. Así, un fásmido, a menos que se vea en un peligro inminente, no se moverá del lugar donde se encuentra.

Sin duda alguna, los fásmidos son los reyes del camuflaje. El orden Phasmatodea debe su nombre a la palabra griega phasma, que vendría a significar espíritu o fantasma. La evolución ha hecho que este grupo logre imitar a la perfección muchas de las partes de una planta, desde una rama hasta una hoja, pasando por la corteza del vegetal o incluso algún posible líquen que pudiera crecer sobre ésta. Así, será totalmente invisible a ojos de posibles depredadores. Tal y como comentábamos anteriormente, los fásmidos intentarán moverse lo mínimo posible, y al hacerlo, intentarán que parezca que una brisa de aire está moviendo esa “rama”.

Los fásmidos muestran una gran variación de colores, ya sea dentro de la misma especie (que puede variar entre marrón, verde, negra…) o entre distintas especies, apareciendo ejemplares de un típico color marrón y otros de un impresionante color azul o naranja. Otra curiosidad de estos, es que hasta los huevos intentan imitar a semillas de plantas para que sean confundidas en el sustrato -no todos lo expulsan- y así no ser comidos.

Los más conocidos en este orden son los vulgarmente conocidos como “insectos palo”, cuya adaptación es parecerse lo máximo posible a una pequeña rama de alguna planta, donde realizará todas sus funciones vitales. En España tenemos 13 especies, de entre las que podemos destacar Pijnackeria recondita, descrita únicamente hace 2 años (Valero & Ortiz, 2.015). Por otro lado, los insectos corteza viven como su propio nombre vulgar indica entre la corteza de los árboles y arbustos de los que se alimenta, saliendo generalmente de noche para alimentarse.

Insectos corteza.

Insectos corteza.

Los insectos hoja son quizás los más llamativos, al imitar a la perfección una hoja, ya sea verde o seca. La especie Extatosoma tiaratum (Macleay, 1.826) posee además un interesante ciclo de vida, donde la hembra tirará al suelo huevos, muy parecidos a semillas, con eleosoma , una sustancia nutritiva dispuesta en el exterior de una semilla que facilita la dispersión zoocora por parte de las hormigas, quienes a cambio las llevarán al hormiguero donde germinarán. Con los huevos de esta especie pasa algo parecido, ya que al llevarlas al hormiguero, tendrán las condiciones adecuadas para eclosionar, además de la protección que otorga la comunidad de individuos que forman el hormiguero. Al nacer, la pequeña ninfa será muy parecida a las hormigas del hormiguero para evitar ser atacadas por éstas. Una vez salga del hormiguero, esta ninfa tenderá a buscar rápidamente una planta donde quedarse, cambiando con las mudas de color, pareciéndose en esta ocasión una gran hoja “seca”.

Ninfa recién nacida de E. tiaratum

Ninfa recién nacida de E. tiaratum

Hay infinidad de especies aún sin descubrir, gracias a su refinada cripsis con su entorno, describiéndose cada año, muchas especies nuevas de invertebrados. ¿Seguro debemos creer todo lo que vemos? La próxima vez que salgas al campo, ¡abre bien los ojos!.


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Autor Álvaro Pérez Gómez

Estudiante de Biología por vocación en la Universidad de Sevilla. Apasionado de la naturaleza, especialmente de los invertebrados ibéricos, siendo socio de la S.A.E. (Sociedad Andaluza de Entomología) y de la S.G.H.N. (Sociedad Gaditana de Historia Natural). Autor de www.clonopsis.es


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