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El efecto antrópico y la invasión de especies. La pesadilla de las marismas y su impacto en el mar

El efecto antrópico y la invasión de especies. La pesadilla de las marismas y su impacto en el mar

Tanto en estado líquido como sólido, encontramos masas o cuerpos de agua en la superficie terrestre o en el subsuelo, que corresponden a tres cuartas partes (71%) de la superficie total de la Tierra. El 3% del total de estas masas de agua se corresponden con aguas dulces, incluyendo lagos, ríos, embalses, lagunas, humedales, glaciares, etc. El 97% restante corresponde a aguas saladas (océanos y mares) o salobres (marismas y estuarios). Las marismas y humedales ocupan una extensión de siete a nueve millones de Km2, suponiendo un cuatro a seis por ciento del total de la superficie terrestre. Una extensión suficientemente influyente y significativa para las aguas marinas. Desde tiempos ancestrales, una de las áreas acuáticas de mayor interés humano han sido las marismas. Su conexión al mar, además de ser la desembocadura de ríos y una zona rica en recursos, ha favorecido que no solo se convierta en un ecosistema que posee una gran variedad de especies, sino que también sean regiones donde la probabilidad de colonización por especies invasoras sea bastante alta.

Marismas del Odiel (Huelva).

Marismas del Odiel (Huelva).

Las marismas, además de encontrarse en el curso bajo de los ríos, al ser la transición río-mar, no solo destacan por su riqueza por acumulación de sedimentos, sino que debido al efecto de las mareas, se generan gradientes salinos en los suelos, encontrándose en las zonas elevadas (cuando sube la marea) gran concentración de sales por cristalización, que va a menos conforme llegamos a la zona baja, donde hay un flujo continuo de agua, y por tanto, no es posible que se acumulen altas concentraciones de sal.

La subida del nivel del mar, promovida por el cambio climático, hace que estas áreas posean periodos de inundación más prolongados acompañados por un incremento de salinidad. Dichos factores, anoxia y salinidad, son dos tipos de estrés abiótico que condicionan duramente la supervivencia de las especies autóctonas, aunque pueden ser el nicho ideal para otras especies alóctonas o foráneas que procedan de otros lugares lejanos. Sin duda, el comercio internacional, la afluencia de barcos y el trasiego de personas ha arrastrado especies de otras zonas del mundo en muchas ocasiones, como ha sido la conocida concha de barca Crepipatella fornicata o especies vegetales del género Spartina, entre otros casos bastante conocidos, ambas, especies exóticas invasoras.

Distribución género Spartina (Bortolus et al 2006)

Distribución género Spartina (Bortolus et al 2006)

Más conocidas como esparto o espartillo, el género Spartina engloba más de cincuenta especies diferentes reportadas, distribuidas por todo el mundo. Al igual que el resto de angiospermas, la poliploidía –más de una copia del genoma por cada parental- ha favorecido principalmente en dos aspectos a resaltar:

  • Aumenta la posibilidad de adaptarse más rápidamente a entornos fluctuantes o subóptimos para el individuo.
  • En ciertas ocasiones condiciona fuertemente su capacidad reproductiva sexual. Sin embargo, muchas especies han subsanado este hándicap mediante la reproducción asexuada, como es la reproducción por rizomas, estrategia que conlleva la creación de individuos clonales a partir del sistema radicular.

Aunque no solo su naturaleza poliploide les permite adaptarse a condiciones extremas; la hibridación con especies autóctonas del mismo género ha originado taxones híbridos que están limitando más aún el ecosistema original, amenazando la existencia de otros organismos que ven reducida la disponibilidad de recursos. La mezcla de genomas diferentes o vigor híbrido estimula la aparición de caracteres transgresivos, que consiste en que su comportamiento en ciertos parámetros no sigue el patrón parental, de modo que puede ser mejor o peor a estos. Cuando la siguiente generación se adapta mejor que sus parentales, la capacidad de asentamiento en la nueva zona colonizada aumenta, pudiendo así continuar la invasión en el terreno. La capacidad fotosintética, la resistencia a altos niveles de sal, o desarrollar mecanismos de defensa ante la inundación, son clave para poder dominar en estas regiones cambiantes.

No solo pueden condicionar la supervivencia de otras halófitas -plantas adaptadas a vivir en medios salinos-, sino que también afecta a un amplio rango de procesos, principalmente a las comunidades bentónicas de invertebrados y a la sedimentación. Su desarrollo descontrolado impide que la luz diurna incida directamente sobre las aguas, por lo que la fotosíntesis se ve restringida a las microalgas. Esto, junto a que su sistema radicular favorece la sedimentación, hace que el flujo de agua sea menor y así, estos organismos fotosintéticos no pueden agruparse. Como consecuencia, los organismos que se alimentan de estas algas ven reducida su fuente de alimento y su crecimiento se ralentiza, además de afectar a los niveles tróficos superiores. Respecto a la sedimentación, cabe destacar que su desarrollo en estos entornos favorece que se acumulen moléculas orgánicas de detritos de baja calidad. A largo plazo, esta acumulación no solo es otro factor que condiciona a los organismos fotosintéticos de la capa bentónica, sino que cambia la composición química de los sedimentos e influye en el metabolismo de la fauna y la flora del ecosistema.

Ejemplo de sedimentación en una marisma o humedal

Ejemplo de sedimentación en una marisma o humedal

Las ya descritas especies Spartina densiflora, S. alterniflora, S. anglica o S. patens, junto a otros atributos que incluyen, se han convertido en herbáceas extremadamente peligrosas en lo que conlleva a la conservación de especies en ecosistemas salobres. Países como España, China, Reino Unido, Canadá o Estados Unidos catalogan estas especies como un grave problema medioambiental. En España, se cree que apareció por primera vez S. densiflora en el Golfo de Cádiz, llegando a expandir sus poblaciones hasta otros ecosistemas como el que se encuentra en las marismas del Odiel, ocupando actualmente el 18% de su superficie terrestre; o las marismas de San Bruno, ocupando hasta el 46% de su superficie. Debido a su impacto, muchos grupos de investigación han promovido el estudio de estos entornos mediante diversos proyectos financiados por la Comunidad Europea para promover de este modo la erradicación de esta especie con el propósito de poder preservar parajes naturales que se ven afectados y/o amenazados como las inmediaciones del Parque Nacional de Doñana.

Experimento del Trabajo Fin de Grado de Procopio Peinado, unos de los autores del artículo.

Experimento del Trabajo Fin de Grado de Procopio Peinado, unos de los autores del artículo.

Investigadores como Enrique Figueroa y sus colaboradores en la Universidad de Sevilla han trabajado desde hace décadas en la visibilidad de las repercusiones de la invasión de S. densiflora, así como estudiar qué ventajas tiene sobre especies autóctonas del mismo género y otras que viven en el mismo entorno de marisma en el sur de España.

Las marismas (y los humedales), reciben la carga continuada de nutrientes y contaminantes procedentes de agua de desechos y vertidos humanos, residuos de la agricultura y la ganadería (mayormente nitrato, fosfato y sulfatos), e incluso procedentes del mar. Las plantas y la microbiota del suelo de las marismas se encargan de atrapar los sedimentos y purificar las aguas, por lo que pueden funcionar como un filtro natural contra la contaminación. Se ha estimado que la desnitrificación puede retirar entre un 20 y un 50% del nitrato de las aguas, asimilando las plantas este anión, o convirtiéndolo a N2 atmosférico a través de las bacterias anaeróbicas, que utilizan el nitrato como aceptor de electrones en ausencia de O2. De la misma forma el sulfato y fosfato son atrapados y asimilados por las plantas.

Por ello, es esencial el estudio de las especies invasoras, y su estudio en la repercusión en el ecosistema donde se integran, en este caso ecosistemas acuáticos de marismas. Hay que entender que el efecto antrópico es un factor determinante en muchos casos de invasión de especies exóticas y es esencial que la ciudadanía sea consciente de los efectos de liberar especies que proceden de otros lugares del mundo a nuestros parajes, bien sea accidental o intencionadamente, provocando desequilibrios en la biodiversidad que pueden influir en la calidad del agua de nuestras costas. Antes de tomar decisiones con falta de criterio, es recomendable informar a las autoridades o buscar soluciones que no pongan en peligro la biodiversidad de un ecosistema.


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Autor Procopio Peinado Torrubia

Doctorando en Biología. Investigador en el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla, Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Autor Juan de Dios Franco Navarro

Biólogo científico doctorando en IRNAS-CSIC, padre de dos preciosas niñas, y mecenas de #LaCafetera, #HiddenNature, #Astrobitacora y #NoviembreNocturno


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