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Congo y el expresionismo abstracto

Congo y el expresionismo abstracto

Antes de que comiences a leer este artículo quiero que observes los dos cuadros que se representan en la figura 1. Ambos pertenecen al movimiento artístico denominado expresionismo abstracto. El de la izquierda, titulado Rock bottom, fue pintado por la artista Joan Mitchell en 1960. El de la derecha fue pintado en 1957 por el chimpancé Congo y su título… bueno, no quiso ponerle uno, así que podríamos denominarlo Untitled. Y sí, has leído bien: fue pintado por un chimpancé. El punto importante aquí es ver si ambos cuadros consiguieron transmitirte alguna emoción: placer, asombro, shock, lo que sea. Si fue así, perfecto, ya puedes decir que el arte no es una cualidad exclusiva de nuestra especie. De hecho, aunque hay muchos artistas, filósofos y otros eruditos que parecen negarse aún a que otros primates puedan expresarse a través del arte (si se les dispone de los medios adecuados, como un lienzo y una paleta de colores), cada vez más personas, sobre todo primatólogos y biólogos evolutivos, están convencidos de que el arte, entendido en su versión más primigenia, puede tener unas raíces muy profundas en nuestro linaje.

Congo fue un chimpancé del Zoológico de Londres adoptado y cuidado por el etólogo y pintor surrealista Desmond Morris. Nació en 1954, pero no fue hasta 1957 cuando alcanzó la fama con sus cuadros expresionistas. Que un chimpancé pintara cuadros no era algo novedoso para la época, de hecho a principios del siglo XX ya existían casos de chimpancés artistas en la Unión Soviética y Estados Unidos. Pero Congo fue diferente: sus cuadros llegaron a exponerse en lugares tan prestigiosos como el Instituto de Artes Contemporáneas de Londres, y algunos acabaron vendiéndose por un valor de más de 14.000 libras esterlinas en el Bonhams de Londres años después. Y no solo eso, algunos de sus cuadros fueron comprados por artistas y científicos tan reconocidos como Pablo Picasso, Joan Miró o Julian Huxley. ¿Cómo consiguió Congo alcanzar esa fama internacional? Según los expertos, tres hechos jugaron un papel clave: (1) simultaneidad temporal del auge del expresionismo abstracto con la vida artística de Congo, además de la semejanza de los cuadros expresionistas con los pintados por Congo, (2) difusión de sus obras al gran público gracias al show televisivo Zoo Time presentado por el propio Desmond Morris; y (3) difusión al público especializado gracias a los estudios científicos de Morris con Congo sobre la “biología del arte”, o estudio de los fundamentos biológicos del arte. Podríamos decir que Congo vivió en el lugar indicado en el momento indicado.

A la izquierda, cuadro titulado Rock bottom de Joan Mitchell pintado en 1960 (autora: Joan Mitchell; licencia Creative Commons Zero). A la derecha, cuadro pintado por el chimpancé Congo en su octava sesión el 17 de junio de 1957 (Dominio Público; las obras de los animales no humanos no tienen copyright).

A la izquierda, cuadro titulado Rock bottom de Joan Mitchell pintado en 1960 (autora: Joan Mitchell; licencia Creative Commons Zero). A la derecha, cuadro pintado por el chimpancé Congo en su octava sesión el 17 de junio de 1957 (Dominio Público; las obras de los animales no humanos no tienen copyright).

Congo, además, poseía todo lo necesario para ser un artista. Generalmente se le gratificaba cuando finalizaba sus cuadros, tenía control sobre la composición de sus obras, podía diferenciar y elegir entre temas y motivos gráficos, sus cuadros presentaban heterogeneidad y sus representaciones eran universales, aun cuando Congo era incapaz de dibujar formas o experiencias. Morris trabajó con Congo durante tres años (1956-1959) antes de que este dejara de interesarse por el arte y comenzara a expresarse con su cuerpo o buscar la compañía de alguna hembra. Durante sus tres años de actividad, Congo pintó más de 400 cuadros e hizo varias exposiciones. Congo dibujó sobre papel en blanco, papel con figuras geométricas y pintó sobre lienzo. Si en este momento del artículo el lector se pregunta si Congo era consciente de lo que pintaba, le diré que sí. Congo entendía perfectamente los elementos básicos de un cuadro como la simetría o la gama de color, y los pintaba según creía oportuno. Congo tenía una o dos sesiones de pintura por semana, durante las cuales podía pintar hasta 10 cuadros en media hora.

Izquierda: Congo pintando un cuadro en una de sus sesiones artísticas (autor: William Vanderson). Derecha: Desmond Morris, etólogo que enseñó a Congo a pintar, fotografiado en noviembre de 1969 (autor: Eric Koch; licencia Creative Commons 3.0).

Izquierda: Congo pintando un cuadro en una de sus sesiones artísticas (autor: William Vanderson). Derecha: Desmond Morris, etólogo que enseñó a Congo a pintar, fotografiado en noviembre de 1969 (autor: Eric Koch; licencia Creative Commons 3.0).

Durante sus sesiones artísticas, Morris anotaba todo cuanto observaba de Congo. Si se le daba un papel con un círculo negro en el centro, el chimpancé dibujaba líneas radiales que convergían en el centro. Si había un cuadrado en un lado, Congo dibujaba otro en el lado opuesto y a la misma distancia del centro. Si la figura geométrica se encontraba en un margen, Congo dibujaba en el margen opuesto. Y si se le presentaba una figura geométrica grande y vacía, Congo pintaba dentro de esta sin salirse del espacio delimitado. Y lo más sorprendente de Congo, quizás, era su capacidad para aumentar su intensidad artística con el tiempo en cada sesión: pasaba de dibujar simples líneas a elegir y mezclar colores para pintar diferentes formas al final. ¿Qué quería expresar Congo en estos cuadros? ¿Hay algo de arte en las obras de este famoso chimpancé? Aunque la respuesta es bastante subjetiva, algo está claro: Congo entendía los principios de simetría y coloración. Aún se desconoce el valor adaptativo del arte, si es que lo tiene. Actualmente, según la visión de varios científicos, la apreciación artística y su expresión parecen ser el resultado holístico de la estructura cerebral de los primates, con su máxima expresión en nuestra especie. De hecho, Morris inició un nuevo campo de investigación denominado “biología del arte” para buscar precisamente el origen evolutivo del arte –y cuyos argumentos y resultados los expuso en su libro “La biología del arte (1962)”–. Mientras que otros etólogos y antropólogos pusieron su punto de mira en los niños, Morris se centró en los chimpancés. Y parece que no se equivocó: según la escala propuesta por la psicóloga Rhoda Kellogg, un chimpancé tendría las mismas habilidades artísticas que un niño de hasta 8 años.

Este cuadro, titulado Untitled abstract, fue pintado por Congo a finales de 1957 y es quizás su obra más conocida. Fue vendido en 2005 junto a otros dos cuadros más por 14.400 libras esterlinas en el Bonhams de Londres (Dominio Público; las obras de los animales no humanos no tienen copyright).

Este cuadro, titulado Untitled abstract, fue pintado por Congo a finales de 1957 y es quizás su obra más conocida. Fue vendido en 2005 junto a otros dos cuadros más por 14.400 libras esterlinas en el Bonhams de Londres (Dominio Público; las obras de los animales no humanos no tienen copyright).

Aunque la vida artística de Congo fue efímera si la comparamos con el resto de artistas humanos, fue bastante productiva y, como no podía ser de otra manera, polémica. Durante su exposición en el Instituto de Arte Contemporáneo de Londres en 1957, varios medios de comunicación se burlaron de las obras de Congo y criticaban su supuesta sátira al arte moderno: “Durante los últimos años, hemos estado ofreciendo en las galerías de arte… obras similares a las que hace un amigable y entregado chimpancé”. Pero no todo fueron opiniones negativas. Congo fue el primer animal no humano en provocar un antes y un después en la concepción biológica del arte: “El mundo del arte debería considerar sus obras con seriedad. Siempre sentí que Congo tenía algo distinto. Tiene sentido del color, de la composición e incluso de la afinación”, según palabras del primatólogo Franz de Waal. Como muchos artistas, la obra de Congo pasó en parte incomprendida durante su vida y no fue hasta tras su muerte cuando su arte comenzó a ser apreciado y sus cuadros se revalorizaron.


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Autor Jorge Garrido Bautista

Investigador predoctoral en el grupo de investigación Evolutionary Ecology of Mediterranean Fauna de la Universidad de Granada. Creador del proyecto de divulgación científica El Pulgar del Panda. Socio y colaborador en Hablando de Ciencia y Mustela CEM.


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