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¿Hay otros animales que sufran Tricomoniasis?

¿Hay otros animales que sufran Tricomoniasis?

Se denomina tricomoniasis a la Infección de Transmisión Sexual (ITS) causada por diferentes parásitos pertenecientes al género protozoario Trichomonas. Aunque parezca una infección desconocida, se estima que sólo en Estados Unidos alrededor de 4 millones de personas la sufren, aunque sólo un 30% muestre síntomas (a menudo, cursa asintomáticamente). Es, por tanto, la infección de transmisión sexual curable más común, puesto que se trata con antibióticos como el metronidazol o el tinidazol. Recordemos que la tricomoniasis se contagia por tener sexo sin protección con alguien infectado, propagándose cuando el semen, las secreciones vaginales o el líquido preeyaculatorio entra en contacto con los genitales de la otra persona. Si se recomienda el lavado y desinfección de los juguetes sexuales, es para evitar el contagio de Trichomonas; y a pesar de los rumores y leyendas urbanas, no se han descrito hasta la fecha casos clínicos en que haya afectado a otras partes del cuerpo, como la boca o el ano. Hasta aquí, lo que respecta al ser humano, pero… ¿se ha descrito la infección en otras especies animales? La respuesta es: “Sí, en ganadería bovina”.

Cultivo de Tritrichomonas foetus al microscopio de contraste de fase negativa.

Cultivo de Tritrichomonas foetus al microscopio de contraste de fase negativa.

A diferencia de la tricomoniasis humana, provocada por Trichomonas vaginales, la infección en bovinos es ocasionada por Tritrichomonas foetus , y aunque principalmente la sufren Bos taurus (toros) y Bos indicus (cebúes), hay casos aislados descritos en búfalos así como en otros grupos zoológicos más distantes como son cerdos, roedores y equinos. T. foetus es un protozoo flagelado de silueta piriforme cuyo tamaño oscila entre los 9-18 µm de largo y los 4-8 µm de ancho que reside en la mucosa superficial del tracto reproductor del hospedador, adhiriéndose mediante el flagelo posterior y el complejo adhesina Tf 190. Posteriormente, invadirá la célula huésped gracias a una proteinasa que degradará el epitelio y las IgG (Inmunoglobulinas G), un importante mecanismo de defensa bovino frente a los patógenos. En resumen, en los machos, T. foetus se localiza frecuentemente en la cavidad prepucial y la parte distal de la uretra, mientras que en las hembras coloniza el epitelio vaginal, hasta el punto de que si ésta se quedase preñada, podría pasar vía placentaria al feto, siendo portador de la infección desde el momento de su nacimiento. Como curiosidad, debido a su estilo de vida anaeróbico, la glucólisis es realizada mediante un orgánulo de doble membrana denominado hidrogenosoma, que produce ATP e hidrógeno molecular a partir de piruvato.

Aunque la tricomoniasis bovina ha sido controlada en la mayor parte de los países desarrollados al adoptar medidas reproductivas como la inseminación artificial, aún se detectan casos en zonas donde estos procedimientos no han sido aún adoptados o existe una ganadería extensiva. Sin ir más lejos, para el sector noroccidental de España se estimó en 1997 una prevalencia alrededor del 3% de toros infectados por T. foetus. ¿Qué se puede hacer para evitar esta infección que tantos daños crea a los ganaderos?

Tinción de Papanicolau de una muestra infectada por Trichomonas vaginalis.

Tinción de Papanicolau de una muestra infectada por Trichomonas vaginalis.

El tratamiento de la tricomoniasis bovina es similar al que afecta a los humanos, usándose drogas como el dimetridazol, el metronidazol o la nitrimidazina, todas ellas pertenecientes al grupo de imidazoles con actividad antiprotozooaria que se administran por vía oral. Sin embargo, el uso indiscriminado o erróneo de estas sustancias han conllevado un descenso de la actividad terapéutica de estos medicamentos de uso veterinario y la correspondiente aparición de cepas de T. foetus quimiorresistentes. Por este motivo, no se aconseja el tratamiento de la tricomoniasis bovina excepto en casos donde el valor económico lo justifique. Por tanto, ¿qué opción le queda a los ganaderos? ¿Deben aceptar y dar por bueno la existencia de un protozoo que puede provocar en las hembras bovinas la pérdida de la preñez e incluso la infertilidad?

Si recuerdan, T. foetus ataca a las Ig. ¿Y si intentamos regenerar la respuesta inmune por medio de una vacuna frente al patógeno?

Esquema de síntesis de ATP en hidrogenosomas.

Esquema de síntesis de ATP en hidrogenosomas.

Hay dos mecanismos para producir la vacuna: 1) formular vacunas con células enteras de T. foetus, que han demostrado reducir el número de hembras infectadas y el tiempo de infección, aunque parece que no muestra efectos preventivos ni curativos en toros con una edad superior a los 5 años y medio; y 2) desarrollar vacunas con subunidades de T. foetus, es decir, seleccionando antígenos que induzcan una respuesta inmune protectora. Últimamente se ha identificado y purificado un antígeno superficial de T. foetus denominado Tf 1.17, una glicoproteína que favorece la adhesión celular. Los primeros estudios afirman que anticuerpos monoclonales contra Tf 1.17 son capaces de inmovilizar, aglutinar y evitar la adhesión celular, pero serán necesarios más ensayos.

Quizás las vacas nos ayuden nuevamente a desarrollar una vacuna, en esta ocasión, capaz de tratar la tricomoniasis. Y probablemente no tengamos que esperar mucho.


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Autor Eduardo Bazo Coronilla

Licenciado en Biología. Fue colaborador del grupo de investigación PLACCA (Plantas Acuáticas, Cambio Climático y Aerobiología) en el Dpto. de Biología Vegetal y Ecología de la Facultad de Farmacia (Sevilla). Micófilo


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