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El efecto de las solanáceas sobre el sistema nervioso

El efecto de las solanáceas sobre el sistema nervioso

La cultura en la Edad Media se suele recrear como una oscura sobra de elementos esotéricos, ritos mágicos en bosque encantados y aquelarres de brujas malvadas. Aunque todas estas leyendas parezcan tener sólo valor como meros cuentos fantásticos, puede que si se confía en buscarle un sentido, dejando a un lado el escepticismo radical, se encuentre una explicación científica.

Los hechizos y encantamiento de las llamadas brujas, no tenían ninguna causa sobrenatural, sin embargo, los efectos de sus pociones podían confundirse con hechizos debido a la carga de narcóticos de sus ingrediente.

Algunas de las plantas más representativas en cuanto al misticismo y las leyendas que las rodean son, entre otras: el estramonio, la belladona, la mandrágora, y el beleño; aunque existieron muchas más que fueron usadas para estos fines.

Estas cuatro, pertenecientes a la familia Solanaceae, son plantas herbáceas representantes de un grupo conformado por 1.700 especies. La familia Solanaceae debe su nombre al género más representativo, Solanum, donde encontramos algunas hortalizas como la patata (Solanum tuberosum), la berenjena (Solanum melongena) y el tomate (Solanum lycopersicum). Todas ellas tienen en común su toxicidad, producida por la presencia de un alcaloide denominado solanina, la cual se acumula en mayor medida en los frutos inmaduros de los miembros de esta familia.

Los alcaloides son sustancias ricas en nitrógeno sintetizadas por plantas a partir de aminoácidos que cumplen funciones de defensa. Las hortalizas antes comentadas poseen unos alcaloides distintos denominados alcaloides tropánicos, por su semejanza con el tropano. Entre los más frecuentes encontramos la hiosciamina, atropina y escopolamina.

Los alcaloides tropánicos, además de tener propiedades anestésicas, provocan en nuestro organismo lo que denominamos el síndrome anticolinérgico. Este síndrome recoge una serie de síntomas relacionados con la inhibición del sistema nervioso como alucinaciones, confusión, agitación psicomotora o el coma en los casos más graves. Por otra parte, también provoca otros síntomas menos graves como sequedad de piel y mucosas, retención urinaria, y efectos relacionados con el bloqueo de acciones involuntarias.

Para entender cómo provocan los alcaloides estos síntomas, se debe comprender el proceso de la sinapsis. En nuestro sistema nervioso, la información interna y externa viaja por los nervios mediante sinapsis de las neuronas. En este proceso, una neurona denominada presináptica, transmite información a través de neurotransmisores (liberados en un espacio sináptico) a otra neurona, denominada postsináptica. Estos neurotransmisores pueden tener un efecto excitatorio o inhibitorio en la neurona postsináptica.

Así pues, los alcaloides tropánicos actúan sobre los receptores que llevan a cabo la sinapsis impidiendo que los neurotransmisores interactúen. Esto provoca un funcionamiento incorrecto del sistema, interrumpiendo los procesos que se acoplan a él. Cabe destacar que la hiosciamina estimula la corteza cerebral mientras que la escopolamina es depresiva y produce efectos sedantes e hipnóticos.

El estramonio (Datura stramonium), tiene un rango de toxicidad que varía entre plantas o incluso hojas de un mismo individuo. Generalmente los alcaloides se encuentran a partes iguales por toda la planta, aunque los tallos jóvenes, los peciolos de las hojas y sus nervios, los presentan en mayor cantidad. La intoxicación puede darse por su ingestión, por vía tópica a través de membranas mucosas, o por vía respiratoria si se fuma. Según un informe de un paciente internado por ingestión de esta planta, este presentó además, desorientación, confusión, alucinaciones visuales y auditivas, psicosis, delirio agitado, convulsiones y, finalmente, coma.

En la belladona (Atropa belladonna), los alcaloides se reparten por toda la planta, encontrando sobretodo estimuladores de la corteza cerebral como la hiosciamina y atropina (aproximadamente el 99% de los alcaloides). Existen varias subespecies de belladona, entre las cuales la proporción de principios activos varía. Gran parte de las intoxicaciones causadas por belladona son debidas a la ingesta de sus frutos. Los síntomas de una intoxicación por belladona, al igual que con el estramonio, provoca agresividad, inquietud, alucinaciones e hiperexcitación. Así que no es de extrañar que se encuentren escritos antiguos donde se habla de estas propiedades, identificándola como una planta mágica “(…) aquesta, pues, debe ser (según pienso) la virtud de aquellos ungüentos de brujas (…)”.

La Mandrágora (Mandragora autumnalis) presenta hiosciamina, atropina, depresores como la escopolamina y un alcaloide denominado mandragorina. Existen documentos medievales con advertencias y instrucciones precisas para la extracción de la raíz como “(…) Arrancar la mandrágora es empresa ardua, porque se adueña de quienes se acercan a ella, salvo si antes ha sido rociado con orina de mujer o sangre menstrual. Pero aún entonces, es cierto que basta tocarla para morir”, así como para su uso por sus supuestas propiedades fantásticas como “La mandrágora debió de formar parte de algunos ungüentos mágicos o algunos ungüentos de las brujas, empleados durante el Medievo”.

Por último, el beleño (Hyoscyamus niger) posee una alta proporción de hiosciamina, atropina y escopolamina, aunque en menor proporción que en la belladona. De la misma manera tiene los alcaloides repartidos por sus hojas, semillas y raíces.

Estas plantas no han sido usadas únicamente con estos fines. Las propiedades inhibitorias de los alcaloides tropánicos también se usaron tradicionalmente como remedios caseros, apaciguando dolores y distintas molestias como el dolor de oídos o de cabeza, síntomas de menstruación, bajar las inflamaciones y curar quemaduras. Aún hoy en día se usan para preparar cigarrillos antiasmáticos, pero debemos tener en cuenta que siempre serán recetados por un especialista y que en caso de abusar de los mismos se podría sufrir una intoxicación como las previamente descritas.

 

 


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Autor Raquel Díaz Borrego

Estudiante de segundo año del grado de Biología en la Universidad de Sevilla.


 

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