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El caso de la avispa asiática: como una maceta condenó un continente

El caso de la avispa asiática: como una maceta condenó un continente

Que la globalización y los seres humanos sean las principales causas de la introducción de animales y plantas en regiones fuera de sus hábitats naturales es algo inherente al concepto de “especie exótica invasora”. Más allá de esta definición, puede llegar a ser interesante conocer los detalles de la invasión, cómo un error, el desconocimiento o la irresponsabilidad pueden desatar catástrofes ecológicas que, en este caso, pueden afectar a un continente entero.

La esperpéntica explicación de cómo la Vespa velutina entró en Europa en 2004 y acabó estableciéndose comienza con un productor de bonsáis que había importado unas macetas desde China y había visto varios ejemplares de este himenóptero saliendo de una de ellas. Aunque la avispa asiática sea diferente a las avispas autóctonas de Europa (imagen 1), es normal que una persona de a pie no dé importancia a que aparezca un insecto extraño en un objeto que ha adquirido de otro país, y más aún que no conozca las consecuencias de que escape vivo y se establezca. El problema viene cuando no es un solo individuo, sino varios, incluyendo una reina, como ocurrió en este caso. No es de extrañar que ese mismo otoño, este aficionado al arte del bonsái se percatara de que todo su vecindario estaba plagado de nidos. Lo que hizo al respecto nos puede llevar a pensar que esta invasión no se debiera a la ignorancia, sino más bien a la irresponsabilidad, pues tuvo la ineficaz idea de intentar eliminar los nidos con un rifle.

Se podría deducir que este hombre tenía cierta idea del problema al que había dado pie su, hasta la fecha, inofensiva afición, ya que después de fracasar en su intento de controlar la invasión, en 2005 consiguió capturar un ejemplar, el cual envió al Museo Nacional de Historia Natural de Francia. Sin embargo, no fue hasta 2006 que los investigadores confirmaron que el animal pertenecía a la especie Vespa velutina nigritorax, es decir, pasaron dos años desde que el insecto entró en el continente hasta que los expertos y el resto de los ciudadanos lo pudieran saber, por lo que el escenario fue idóneo para que la expansión se diera lugar, llegando a Bélgica, Portugal, Italia y España. Sabemos, de hecho, que las avispas asiáticas presentes en todos estos países tienen un solo origen (Francia), ya que se han realizado estudios de diversidad genética y todo apunta a que proceden del efecto fundador -fenómeno por el que un grupo pequeño de individuos de una especie da lugar a una población más extensa- de las avispas del francés aficionado a la jardinería.

Si hablamos de que el continente euroasiático está condenado no es por sembrar el pánico, sino porque el impacto ecológico que puede tener y está teniendo este insecto no solo implica las típicas consecuencias de que se establezca en un ecosistema al que no pertenece una especie exótica invasora – reorganización de redes tróficas, desaparición de especies autóctonas por la competencia por los recursos o ser depredadas, etcétera. La problemática añadida de la avispa asiática es que se trata de uno de los principales depredadores de las abejas de la miel (aunque también se alimentan de otros artrópodos en menor proporción), de la que se alimentan las larvas. Las avispas adultas son frugívoras, por lo que comprometen el ecosistema de dos formas: eliminando polinizadores y perjudicando cultivos, es decir, que esta invasión no solo tiene efectos negativos a nivel de ecosistema; también, en última instancia, sobre la agricultura y la apicultura y, por tanto, en la economía.


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Autor Paloma Cabezas Blanco

Soy Bióloga por la Universidad de Sevilla y actualmente me encuentro cursando el Máster de Biotecnología Ambiental, Industrial y Alimentaria en la Universidad Pablo de Olavide. Estoy buscando mi hueco en la ciencia y en el mundo. Me flipan las plantas, la microbiología y aprender cosas nuevas.


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