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Financiación de I+D en el sector de la salud y la biomedicina

Financiación de I+D en el sector de la salud y la biomedicina

Realizar una búsqueda de convocatorias de I+D que financien proyectos de investigación en salud y biomedicina es tan sencillo como Googlearayudas de I+D” y añadir el campo de investigación en el que cada uno desarrolle su profesión. De esta manera, podemos encontrar una gran cantidad de programas que financian ideas innovadoras y disruptivas aplicadas al sector sanitario.  

Las investigaciones realizadas en el sector de la salud tienen la particularidad de tener un marcado carácter traslacional, esto quiere decir que el conocimiento básico generado en el laboratorio de investigación se dirige hacia una práctica clínica, con el objetivo de mejorar la asistencia médica. Esto supone un beneficio directo sobre el paciente. Aunque de forma complementaria, también se realizan investigaciones de tipo básico que solemos englobar dentro del paraguas de la biomedicina y que suelen tener un retorno más difuso a la sociedad. En ambos casos, la investigación realizada para mejorar la salud de los pacientes implica tener en cuenta una serie de aspectos éticos que no son necesarios en otro tipo de investigaciones.

Cada investigador y gestor de proyectos debe anticiparse a la publicación de los programas de I+D y debe, además, estar familiarizado con la idiosincrasia de cada convocatoria, cuestiones que marcan la diferencia para obtener una financiación aplicable a nuestras investigaciones. Y es que conocer cada detalle de la convocatoria en cuanto elegibilidad de costes y de centro, incompatibilidades con otras ayudas, posibilidad de financiar personal y equipo, o simplemente conocer cómo y cuánto nos van a pagar, nos permite dirigir nuestra idea de proyecto de forma específica hacia la filosofía de inversión de nuestro financiador, y no al revés.

Sin querer entrar en las macro-cifras de inversión estatales o internacionales que se enmarcan y regulan en los preceptivos planes estratégicos, he querido presentar al lector una idea general de las principales ayudas de I+D a las que los investigadores del sector sanitario dirigen sus intrigas y motivaciones científicas.

Empecemos por diferenciar el tipo de financiación en función de su procedencia. Así pues, podemos encontrar fuentes de financiación privadas y públicas dependiendo de la naturaleza jurídica del financiador. Estás además pueden dividirse en competitivas y no competitivas.

Un ejemplo de ayudas de I+D públicas competitivas serían los Planes Regionales y Nacionales de I+D, donde destacamos el programa de Biomedicina de la comunidad de Madrid, en el que cada 4 años cientos de científicos de universidades y centros de investigación públicos y privados se unen en consorcios para desarrollar proyectos colaborativos de investigación con un alto grado de multidisciplinariedad e interinstitucionalidad, ya que permiten la participación de empresas (aunque estas no reciben ningún tipo de financiación).

A nivel nacional encontramos que las ayudas dirigidas al sector salud son promovidas por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, pero gestionadas por el Instituto de Salud Carlos III. Estas ayudas se engloban dentro de la Acción Estratégica en Salud, cuyos objetivos principales se centran en fomentar la salud y el bienestar de la ciudadanía. Por otro lado, si nuestra investigación tiene un carácter básico o incluso es de tipo disruptivo siempre podremos presentar proyectos en las convocatorias de “Generación de Conocimiento”, “Retos de la sociedad” o “Explora” respectivamente. Mientras que, si realizamos ciencia aplicada, siempre podremos colaborar con una empresa y solicitar las ayudas de “Retos colaboración”

A nivel europeo es imprescindible conocer las ayudas del programa marco H2020. Dentro del pilar de “Retos de la sociedad” se establece el programa de “Salud, cambio demográfico y bienestar” que incluye todas las áreas de investigación biomédica. Dentro de este mismo programa se desarrollan planes complementarios del tipo público-público, como la JPND en neurociencia, o público-privado, en el que encontramos el programa IMI2, donde las empresas farmacológicas tienen un papel fundamental a la hora definir las áreas de investigación y los objetivos a corto y medio plazo. En este tipo de ayudas que implican la participación activa del sector privado se hace imprescindible realizar un trabajo de campo que nos permita “empatizar” con el lobby de turno.

Pero si lo que queremos es buscar financiación al otro lado del charco, podemos probar fortuna con las ayudas del gobierno norteamericano en su portal de búsqueda por excelencia “grants.gov”, un sistema complejo de convocatorias, acreditaciones estatales y plataformas informáticas que financian todo tipo de proyectos en salud.

En el caso de ayudas privadas competitivas encontramos una gran cantidad de fundaciones, asociaciones, empresas y consorcios privados que resuelven cada año cientos de ayudas en multitud de áreas de investigación. Cabe destacar las ayudas dirigidas a las investigaciones oncológicas y neurocientíficas que suelen tener mayor grado de difusión y concienciación social. Por mencionar algunas podemos incluir en este apartado las ayudas de la iniciativa Chan Zuckerberg, Obra social La Caixa, Fundación BBVA, Asociación Española contra el Cáncer, Fundación Mapfre, Fundación Michael J. Fox, Fundación Merck y Fundación Lilly entre muchas otras. Es muy importante en este tipo de ayudas conocer cuál es el enfoque y la política de inversión de estas organizaciones para poder presentar proyectos que cumplan los requisitos y los objetivos marcados en cada convocatoria.  

En lo relativo a las investigaciones llevadas a cabo mediante capital privado sin concurso competitivo, se determina previamente un tipo de colaboración contractual ad hoc en el que las partes intervinientes determinan sus propias prioridades en lo relativo al enfoque del proyecto, seguimiento, justificación y cierre. Son básicamente los contratos que suscribe una empresa con un centro de investigación para que realice algún tipo de estudio de investigación en una temática determinada. En este mismo rango podemos incluir también las inversiones realizadas por grupos de “venture capital”, “bussiness angels” o iniciativas de “crowdfunding”.

Por último, hay que mencionar aquellas iniciativas llevadas a cabo mediante recursos propios, donde los promotores realizan un tipo de investigación que genera un conocimiento práctico y de rápido retorno para la entidad. Mediante este tipo de investigaciones los centros mejoran sus procesos internos y obtienen unos resultados previos que pueden servir como base para solicitar ayudas competitivas. Aunque también se asume el riesgo de obtener resultados científicos de baja calidad con un irrisorio grado de difusión e impacto.

Una vez que hemos presentado de forma genérica el entramado de financiación que permite realizar actividades de investigación en el sector de la salud y la biomedicina, cabe plantearse si los esfuerzos económicos dedicados a este sector son suficientes para realizar una investigación de calidad y con un claro retorno a la sociedad, o si por el contrario, debemos realizar una mayor inversión en el gasto de I+D nacional. Debate interesante que dejaremos para otra ocasión.


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Autor Fernando Gomez

Gestor de proyectos de I+D+i con vocación por la comunicación y la divulgación científica. Experiencia en áreas de salud, biotecnología y bioenergía. Evaluador experto del programa europeo H2020


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